De hecho, la pregunta que os invitaríamos a hacer es: ¿hay profesiones de futuro?
Bajo nuestro parecer… Lo que hay, sobre todo, son profesionales de futuro.
Tan legítimo es una idea como la otra, el planteamiento difiere si pones el énfasis en el entorno o en ti mismo. Si buscas la profesión de futuro, haces hincapié o das la importancia a aquello que es externo, no depende de ti y buscas adaptarte a un ambiente cada vez más incierto e inseguro. En cambio, si el énfasis lo pones en ti, buscas en tu yo interno, en qué quieres y qué puedes aportar a la vida. Aquella persona que sea capaz de descubrir qué se le da bien y qué le gusta, tendrá la pasión y la motivación para transmitirlo, y luchará para hacer posible su sueño. En definitiva, es creer más en un mismo que en el entorno.
En el ámbito escolar, justo es decir que el mejor estudiante no tiene por qué ser el mejor profesional. Aquella persona que tiene claro sus objetivos, motivaciones e intereses sí que pone todo su esfuerzo y dedicación por aquello en lo que cree y aprovecha las oportunidades que le ofrece la vida, llegando allí donde se plantee.
En el mundo laboral de hoy en día, ya no se habla de aptitudes sino de multiinteligencia: combinación de la capacidad de aprender cosas nuevas y la flexibilidad por desaprender aquello que está quedando obsoleto (es decir, el que estás dispuesto a renunciar por el camino) y te permite adaptarte a los nuevos tiempos.
Tampoco se habla de carácter, sino de Inteligencia Emocional: ya no hay una personalidad mejor que otra, sino unas características de personalidad más adecuadas para un determinado trabajo.
También en términos de motivación, es importante distinguir entre la profesión y las tareas que supone hacer esta profesión. Cuando lo que hay es un interés abstracto por una profesión (prestigio, dinero, etc.) pero no por las actividades que suponen su desarrollo y su día a día, es cuando nos podemos encontrar con una persona poco implicada e integrada en su trabajo y que quiere reorientarse profesionalmente. Cuanto más coherentes y transparentes seamos con nuestros valores, intereses y motivaciones, más felices seremos en el camino de la vida.
En definitiva hay dos aspectos a tener en cuenta para sentirse realizado. Por un lado disponer de independencia económica y por otra sentirse satisfecho en el ámbito personal. Los dos son claves, y uno sin el otro nos pueden traer a un estado de insatisfacción en nuestra sociedad.
Tenemos que aprender de los niños, puesto que son directos y coherentes. ¿Recordamos lo que hacíamos de pequeños? Cuando tenemos una idea cogemos lápiz y goma y estamos dispuestos a escribir, dibujar y borrar tantas veces como haga falta, sin pensar en errores o fracasos, sino en lo que queremos lograr; estamos abiertos y dispuestos a trabajar con ilusión: el aprendizaje acontece una aventura. Hoy en día, sería bueno hacer como los niños, puesto que en nuestro entorno todo va muy rápido y esto hace que sea importante estar abiertos a los cambios, a hacer las correcciones necesarias con humildad, flexibilidad, entusiasmo y sin perjuicios.